La reforma de una vivienda del siglo XVIII es siempre un reto estimulante, y una oportunidad para redescubrir la historia, las técnicas de construcción y la manera de vivir de otra época.

En este caso, la aproximación al proyecto se hace desde el respeto por la construcción, donde se realizarán los cambios para adaptarla a las necesidades de la vivienda actual, pero se mantendrán materiales y acabados tan cercanos al original como sea ​​posible.

Ha sido necesaria la sustitución de algunas de las vigas de cubierta, y el refuerzo de los techos con una capa de compresión conectada a la madera que no es visible una vez acabada la obra.

Las paredes y muros de fachada se han revestido con mortero de cal, para recuperar la cálida textura original, al tiempo que garantizar que la vivienda transpira para obtener un ambiente interior saludable.

En planta baja se ha colocado la cocina en la parte posterior, reutilizando un antiguo espacio para ganado, y se ha iluminado gracias a un gran tragaluz situado en el techo. Por su parte, la sala de entrada se ha habilitado como comedor y sala de estar.

En la planta primera se ubican los dormitorios, dos de interconectables, y el principal con una configuración abierta, con un baño comunicado y una terraza interior creada a partir de la modificación de la cubierta.

Los acabados interiores se realizan respetando los materiales en crudo. Se ha dejado la madera vista una vez tratada, y la cerámica para los pavimentos interiores y exteriores. 

Se consigue de esta manera un interior sereno y armónico en toda la vivienda.

El proyecto y la obra se han llevado a cabo en colaboración con David Vilarasau, de la empresa S.O.Stenible